El 1° de Agosto de 1947, hace sesenta años, el Perú tuvo el privilegio de adquirir jurídicamente la soberanía sobre un dominio marítimo de 200 millas de ancho, de acuerdo a todos los requisitos del Derecho Internacional. En esa fecha el entonces ilustre presidente Dr. José Luis Bustamante y Rivero con su famoso Decreto No. 781, proclamó la jurisdicción del Perú sobre las 200 millas de su mar adyacente, que en esa época era “res nullius”, inaugurando un capítulo inédito en la historia del Perú, porque nunca antes el territorio nacional había crecido; mas bien había venido disminuyendo con el tiempo, no sólo por derrotas militares sino por entreguismos traidores de algunos gobiernos divorciados, como casi siempre estuvieron, de los verdaderos intereses del pueblo peruano. En esa fecha el territorio nacional creció en 864,000 km2, que actualmente representan el 40% de todo el territorio nacional, casualmente su parte más rica.
Al conmemorar tan gloriosa efemérides, no podemos soslayar los inmensos riesgos que hoy en día atentan contra nuestra soberanía marítima. Una rápida síntesis de tales amenazas puede llevarnos al convencimiento que si nosotros los peruanos permanecemos sin hacer nada, esos sesenta años de gloria podrían esfumarse.
En primer lugar (en orden de aparición) tenemos el problema de la delimitación marítima con Chile, que constituye un baldón para nuestra clase política y diplomática que no atinaron a prevenir, impedir ni remediar esta situación en más de cincuenta años, dando tiempo a nuestro adversario “consuetudinario” para acumular fuerzas políticas y militares destinadas a perpetuar una situación territorial injusta y asimétrica.
Luego tenemos el famoso tratado “Convención de las Naciones Unidas para el Derecho del Mar”, alias “Convemar”, que aplicado al Perú representaría la pérdida de 188 de las 200 millas del mar territorial, dejándonos una franja de las 12 millas pegadas al litoral, de supuesta soberanía marítima. La solución natural de este problema debería ser la negociación directa entre Estados, pero en este caso tal negociación ha devenido en poco menos que impracticable por el hecho que los últimos gobiernos peruanos han venido cediendo sus cartas geopolíticas favorables al país adversario, hasta quedar huérfanos de todo punto de apoyo para obligar a Chile a negociar. En tal circunstancia, el camino que queda, la demanda ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya está siendo tratada en forma por demás irresponsable y apresurada, por la falta de estudio de los argumentos de la demanda, de los cuales se sospecha por la presumible tendencia pro chilena de los asesores nacionales elegidos y por la equivocada nacionalidad de los bufetes exteriores seleccionados.
La tercera gran amenaza que pende sobre la soberanía de todo el territorio peruano, incluido el mar de Grau, es el recientemente firmado TLC con los Estados Unidos (Tratado de Promoción Comercial), cuyo Capítulo Primero establece que es territorio para la aplicación de ese tratado, no sólo el territorio continental, sino también el dominio marítimo y el espacio aéreo. De este modo quedan afectados los recursos de nuestro patrimonio, y sometidas nuestra jurisdicción y soberanía a la decisión de intereses extra peruanos, cuando una persona ó empresa de los Estados Unidos adquiera derechos sobre nuestro territorio, incluyendo nuestro dominio marítimo y espacio aéreo.
En estas circunstancias, la conmemoración del 1° de Agosto, cobra una especial significación porque representa el esfuerzo patriótico de un hombre orgulloso de ser peruano, que ofrendó lo mejor de su ciencia para hacer más rica aún, si cabe, la riqueza del Perú. Esta gesta poco conocida, ni disminuye el derecho de Bustamente y Rivero a recibir el tributo de agradecimiento que la Nación le debe, ni nuestra obligación moral de mantener intacto el patrimonio que nos legó con su esfuerzo.
Hagamos votos muy sinceros de juntar nuestro esfuerzo colectivo para impedir la consumación de los atentados que hemos mencionado contra nuestra dignidad nacional, de modo que estos 60 años de gloria del mar peruano no se apaguen jamás.
Al conmemorar tan gloriosa efemérides, no podemos soslayar los inmensos riesgos que hoy en día atentan contra nuestra soberanía marítima. Una rápida síntesis de tales amenazas puede llevarnos al convencimiento que si nosotros los peruanos permanecemos sin hacer nada, esos sesenta años de gloria podrían esfumarse.
En primer lugar (en orden de aparición) tenemos el problema de la delimitación marítima con Chile, que constituye un baldón para nuestra clase política y diplomática que no atinaron a prevenir, impedir ni remediar esta situación en más de cincuenta años, dando tiempo a nuestro adversario “consuetudinario” para acumular fuerzas políticas y militares destinadas a perpetuar una situación territorial injusta y asimétrica.
Luego tenemos el famoso tratado “Convención de las Naciones Unidas para el Derecho del Mar”, alias “Convemar”, que aplicado al Perú representaría la pérdida de 188 de las 200 millas del mar territorial, dejándonos una franja de las 12 millas pegadas al litoral, de supuesta soberanía marítima. La solución natural de este problema debería ser la negociación directa entre Estados, pero en este caso tal negociación ha devenido en poco menos que impracticable por el hecho que los últimos gobiernos peruanos han venido cediendo sus cartas geopolíticas favorables al país adversario, hasta quedar huérfanos de todo punto de apoyo para obligar a Chile a negociar. En tal circunstancia, el camino que queda, la demanda ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya está siendo tratada en forma por demás irresponsable y apresurada, por la falta de estudio de los argumentos de la demanda, de los cuales se sospecha por la presumible tendencia pro chilena de los asesores nacionales elegidos y por la equivocada nacionalidad de los bufetes exteriores seleccionados.
La tercera gran amenaza que pende sobre la soberanía de todo el territorio peruano, incluido el mar de Grau, es el recientemente firmado TLC con los Estados Unidos (Tratado de Promoción Comercial), cuyo Capítulo Primero establece que es territorio para la aplicación de ese tratado, no sólo el territorio continental, sino también el dominio marítimo y el espacio aéreo. De este modo quedan afectados los recursos de nuestro patrimonio, y sometidas nuestra jurisdicción y soberanía a la decisión de intereses extra peruanos, cuando una persona ó empresa de los Estados Unidos adquiera derechos sobre nuestro territorio, incluyendo nuestro dominio marítimo y espacio aéreo.
En estas circunstancias, la conmemoración del 1° de Agosto, cobra una especial significación porque representa el esfuerzo patriótico de un hombre orgulloso de ser peruano, que ofrendó lo mejor de su ciencia para hacer más rica aún, si cabe, la riqueza del Perú. Esta gesta poco conocida, ni disminuye el derecho de Bustamente y Rivero a recibir el tributo de agradecimiento que la Nación le debe, ni nuestra obligación moral de mantener intacto el patrimonio que nos legó con su esfuerzo.
Hagamos votos muy sinceros de juntar nuestro esfuerzo colectivo para impedir la consumación de los atentados que hemos mencionado contra nuestra dignidad nacional, de modo que estos 60 años de gloria del mar peruano no se apaguen jamás.
Víctor Mejía Franco
Comisión Patriótica para la Defensa del Mar de Grau