Exultantes recibimos la noticia de que Machu Picchu había sido considerada entre las nuevas siete maravillas del mundo. El turismo peruano, desde siempre, ha sido fagocitado por la célebre ciudadela cuzqueña al punto que pareciera lo único digno que tenemos para mostrar al mundo.
He llegado a pensar que si nuestra inefable y a veces feroz naturaleza, dañara malamente o, peor aún, destruyera Machu Picchu, el Perú se quedaría virtualmente sin ingresos por turismo.
Pero, ¿por qué tenemos que aceptar esta realidad ingrata?
He llegado a pensar que si nuestra inefable y a veces feroz naturaleza, dañara malamente o, peor aún, destruyera Machu Picchu, el Perú se quedaría virtualmente sin ingresos por turismo.
Pero, ¿por qué tenemos que aceptar esta realidad ingrata?
Porque históricamente los gobiernos no han querido ver -ceguera punible- al turismo como lo que podría ser la palanca más importante y poderosa del desarrollo nacional, prefiriendo la explotación de lo tangible, lo escaso y lo inmediato, como lo es la minería e ignorando que la industria sin chimenea no está severamente afectada por las fluctuaciones del mercado internacional, no contamina y da oportunidades económicas y laborales a todos sin excepción.
En medio de esta penosa realidad, los gobiernos han argumentado con reprochable facilismo, que desarrollar el turismo es una tarea donde nuestro país no cuenta con los recursos suficientes. Es decir cero imaginación, decisión y agresividad.
Si el gobierno del Presidente García está convencido que esta industria puede ser “la gran solución”, entonces, debe poner al turismo inmediatamente en valor económico y político, abandonando los limbos, para lo que considero indispensable la inmediata creación del Ministerio de Turismo. El Estado debe ser un ente pequeño pero en función de sus reales necesidades porque pocos países en el mundo tienen tanto y de gran valor que ofrecer para el turismo como nuestro país. Con el Presidente Toledo algo cambió y nos extasiamos porque llegamos, por primera vez, al millón de visitantes, aunque no quisimos mirar otros ejemplos como Costa Rica, que sólo tiene un pueblo generoso y un paisaje natural embelezante pero no mejor que el nuestro, sin embargo, es visitado por 3 millones de turistas al año cuando su población llega apenas a los 4 millones.
Es indispensable que miremos muy alto y creo que el Presidente García debería imponerse como primera meta la visita de 5 millones de turistas al año.
CENFOTUR, la Gran Víctima
Decidí escribir este artículo porque el Mincetur, que es el que toma las decisiones en materia de turismo, ha encargado a Proinversión el desarrollo de un proyecto para definir el destino de este Centro de Formación Turística, entidad que ha tenido un rol esforzado y meritorio en lo poco que se ha avanzado en el turismo, sobretodo capacitando mandos medios para esta industria.
La mala sorpresa es que desde las primeras líneas proyectistas, algunos técnicos de Proinversión, el organismo estatal responsable de que nuestro patrimonio sea adecuadamente explotado en beneficio del país, ya está pensando en obsequiar Cenfotur por un verdadero plato de guijarros.
El despropósito que anticipamos no va a prosperar, está siendo operado por el conocido pisquero Johny Schuler, quien como Jefe de Proyectos Turísticos e Inmobiliarios de Preinversión ha tomado especial interés e ilegal contacto con una asociación que agrupa algunos reconocidos cocineros del país –quienes tienen el innegable mérito de haber proyectado al mundo las bondades de la gastronomía peruana – para confiarles las ideas y propósitos que deben ser reservados para no favorecer a alguno de los futuros interesados en Cenfotur, aunque es fácil deducir porqué esta asociación está siguiendo muy de cerca este proceso de “CONCESIÓN” bajo la modalidad de usufructo, ¿no será que ya sabemos quienes serán los beneficiados de este negocio redondo?, todo gracias a Schuler y como siempre a merced del Estado.
Sin duda esto proyecta una sombra oscura sobre Proinversión sin menguar su responsabilidad administrativa y penal.
Es verdad que cualquier asunto ligado al desarrollo del turismo pasa por la captación de capitales privados, nacionales o extranjeros. ¡Bienvenidos, pero claros y limpios!.
Por eso mismo es que no se entiende porqué al principio se hablaba en Proinversión de un joint venture (juntos en la aventura) o alguna alianza estratégica que permita que Cenfotur incremente su cobertura para capacitar a más peruanos en este sector, sin embargo, ahora se habla de un concurso internacional donde el ganador sólo le pagaría al Estado 100 mil dólares por usufructuar Cenfotur durante 15 años, más el 3 por ciento neto de los ingresos registrados transferidos al sector y un 4 por ciento para un fondo de becas que no financiará los estudios de los jóvenes de bajos recursos como es ahora, sino, para estudios de postgrado de los egresados (labor que ya realiza el INABEC). Impresionante por lo mezquino.
Además, el ganador tendría dos años para invertir 600 mil dólares en la sede principal del Cenfotur y la misma cantidad en 6 años para cada una de las 8 zonas turísticas comprendidas en el Pentur. No podemos seguir pensando en 8 zonas, hay que pensar en todo el país, porque existen -y no lo dudo- postores que saben lo que valemos.
Cenfotur tiene toda la infraestructura adecuada para capacitar a 4 mil estudiantes al año, tiene 4 filiales en el interior del país, un mercado ganado con una marca posicionada a lo largo de 30 años y cerca del 80% de sus egresados está laborando en el sector, y mejor aún, Cenfotur, ahora mismo, genera ingresos superiores a los tres millones de dólares al año.
Entonces, de inmediato surgen dos pregunta: ¿cuánto se tendría que invertir para hacerse de un negocio en marcha como Cenfotur? ¿es justo hacerse de todo esto por sólo: 100 mil dólares? Sin duda alguna esto es un Arroz con Pato por un sol cincuenta.
¿Generoso el señor Schuler ,no?. No nos oponemos a su propuesta, pero que lo haga con lo que es suyo y no con lo que pertenece a todos los peruanos, especialmente como el caso de Cenfotur que ha cumplido y cumple una labor social y de inserción laboral impecable porque está formando en ocupaciones técnicas de mando medio a miles de peruanos de muy pocos recursos.
Estaremos atentos, porque una cosa es mercado libre con promoción de la inversión privada y otra un descampado baldío.
Antonio Flores Ronceros