Víctor Raúl al ser hijo de Latinoamérica, viajado obligadamente por todo el continente tuvo la gran oportunidad de ver paulatinamente posicionarse y avanzar en nuestra patria el imperialismo yanqui comprendiendo las razones mercantilistas y expansionistas de su filosofía, que contubernizaba con grupos ambiciosos nacionales dispuestos al asalto del poder diseñándose un juego impúdico de la política criolla, llena de provechos partidistas a cambio de subordinaciones irredimibles al capitalismo norteamericano.
Prueba de ello es que fueron entregadas a las llamadas “comisiones técnicas” norteamericanas la vigilancia y el usufructo de las rentas aduaneras, la higienización de las ciudades, la instrucción pública y la industria petrolera peruana; mientras tanto nuestro pueblo ignorante o despreocupado de lo que acontecía, y enceguecido por la información de estirpe imperial escueta, sesgada y sublimizada que recibía permanecía inerte ante tal atropello a su dignidad y economía.
Notó que la política imperial yanqui de estirpe privada era promovida por consigna de estado, de tal manera que incida preferentemente a nivel gubernamental y diplomático de forma uniforme en las 20 republicas latinas, estableciendo un modus operandi de dominación económica.
Para ese entonces esta forma de penetración imperial era nueva y de relativa originalidad ya que atenuaba el conocido imperialismo ingles dándose a conocer como el “imperialismo moderno”: crea intereses y al crearlos establece avanzadas de defensa contra posibles alarmas, a men de capturar la vitalidad productiva de nuestros países, por organizaciones poderosas, sistematizadas, obedientes a un vasto plan de acción y respaldadas en la fuerza.
Este “modus operandi” no es otra cosa que “la inversión de una estrategia de conquista clásica” ya que detrás siempre existe el interés y el poderío militar. En la “conquista clásica” se antepone al interés el poderío bélico, en el “imperialismo moderno” se antepone al poderío bélico el interés. Pero posteriormente, y bajo cualquier pretexto arriba la fuerza. Un ejemplo de nuestros tiempos es Irak.
Actualmente el imperialismo enraizado en nuestra patria no es solo yanqui, aunque seguimos ligados preferentemente a él; Tampoco somos el foco prioritario de su expansión por ello no estamos sujetos a un solo cordón umbilical y podemos cortarlo paulatinamente con imaginación sin perder la perspectiva del tiempo espacio histórico del siglo XXI.
La futura confederación indoamericana hoy por hoy no es viable, nuestros países caminan por rutas independientes, con intereses, desarrollos parciales propios y desiguales siendo factores que nos distancian cada vez mas, cada uno con sus propias potencialidades, sistemas productivos diferentes, nuestros sistemas políticos democráticos aparentemente similares son esencialmente distintos, la globalización mas que un fenómeno imperial es un fenómeno de competencia en la producción mundial.
En este contexto el apotegma de Víctor Raúl es cada vez más cierto: “Nuestro país podrá salir del atraso con el concurso económico y tecnológica de los países desarrollados” siempre y cuando “nos sepamos desenvolver en un mundo globalizado sabiendo tratar con el capital propio emergente, la inversión extranjera, la distribución equitativa de la producción, el respeto a los derechos humanos y ciudadanos, el sentimiento de nación ante la corrupción e intervencionismo político extranjero, y sobre todo procurando la homogenización de nuestra sociedad hoy fracturada.
Prueba de ello es que fueron entregadas a las llamadas “comisiones técnicas” norteamericanas la vigilancia y el usufructo de las rentas aduaneras, la higienización de las ciudades, la instrucción pública y la industria petrolera peruana; mientras tanto nuestro pueblo ignorante o despreocupado de lo que acontecía, y enceguecido por la información de estirpe imperial escueta, sesgada y sublimizada que recibía permanecía inerte ante tal atropello a su dignidad y economía.
Notó que la política imperial yanqui de estirpe privada era promovida por consigna de estado, de tal manera que incida preferentemente a nivel gubernamental y diplomático de forma uniforme en las 20 republicas latinas, estableciendo un modus operandi de dominación económica.
Para ese entonces esta forma de penetración imperial era nueva y de relativa originalidad ya que atenuaba el conocido imperialismo ingles dándose a conocer como el “imperialismo moderno”: crea intereses y al crearlos establece avanzadas de defensa contra posibles alarmas, a men de capturar la vitalidad productiva de nuestros países, por organizaciones poderosas, sistematizadas, obedientes a un vasto plan de acción y respaldadas en la fuerza.
Este “modus operandi” no es otra cosa que “la inversión de una estrategia de conquista clásica” ya que detrás siempre existe el interés y el poderío militar. En la “conquista clásica” se antepone al interés el poderío bélico, en el “imperialismo moderno” se antepone al poderío bélico el interés. Pero posteriormente, y bajo cualquier pretexto arriba la fuerza. Un ejemplo de nuestros tiempos es Irak.
Actualmente el imperialismo enraizado en nuestra patria no es solo yanqui, aunque seguimos ligados preferentemente a él; Tampoco somos el foco prioritario de su expansión por ello no estamos sujetos a un solo cordón umbilical y podemos cortarlo paulatinamente con imaginación sin perder la perspectiva del tiempo espacio histórico del siglo XXI.
La futura confederación indoamericana hoy por hoy no es viable, nuestros países caminan por rutas independientes, con intereses, desarrollos parciales propios y desiguales siendo factores que nos distancian cada vez mas, cada uno con sus propias potencialidades, sistemas productivos diferentes, nuestros sistemas políticos democráticos aparentemente similares son esencialmente distintos, la globalización mas que un fenómeno imperial es un fenómeno de competencia en la producción mundial.
En este contexto el apotegma de Víctor Raúl es cada vez más cierto: “Nuestro país podrá salir del atraso con el concurso económico y tecnológica de los países desarrollados” siempre y cuando “nos sepamos desenvolver en un mundo globalizado sabiendo tratar con el capital propio emergente, la inversión extranjera, la distribución equitativa de la producción, el respeto a los derechos humanos y ciudadanos, el sentimiento de nación ante la corrupción e intervencionismo político extranjero, y sobre todo procurando la homogenización de nuestra sociedad hoy fracturada.
Dr. Jorge Ramal Niquén