sábado, 12 de enero de 2008

De la combi al zafarrancho

Transporte, desde Fujimori a García
Si Lima es hoy la capital con el peor transporte público de América Latina, a causa de las políticas de transporte terrestre inauguradas por Alberto Fujimori, dentro de cinco años la ciudad será el epicentro del infierno, cuando circulen otros 60 mil taxis a gas (*) que serán importados a instancias del gobierno aprista, dizque para reemplazar la chatarra que hoy nos humea de la cabeza a los pies.

Veamos. Es un concepto clave que el transporte público terrestre debe ser rápido, masivo y sano. Pero esta premisa la ignoraron Alan García (1985-1990) y Fujimori (1990-2000), especialmente este último cuando nos inundó con combis y custer usadas e importadas de Japón a 500 dólares la unidad y revendidas por sus mafias a 10 mil dólares promedio.

Lima y el Perú perdieron en ese momento la oportunidad de salir de los achacosos ENATRU heredados de García, que debieron ser reemplazados por un sistema integrado de buses rápidos o un tren eléctrico, en el marco de una previa remodelación de calles y avenidas, con grandes terminales, paraderos señalizados y autopistas propias de una ciudad organizada.

Eso sin contar con una nueva reglamentación del transporte público, educación de usuarios y transportistas y redefinición del excesivo número de autoridades actualmente involucradas (MTC, municipios, Poder Judicial, PNP)

Ganó la ineptitud

Pero la improvisación y la ineptitud del japonés se impusieron, así como la voracidad importadora de los yoshiyamas. Abrieron la libre importación de combis con el pretexto de generar empleo para miles de trabajadores públicos despedidos, confundiendo así metas laborales con políticas de transporte.

Rápidamente se fue multiplicando el parque automotor, llegaron luego las custer, las station wagon japonesas y los ticos coreanos; los choferes fueron improvisándose, los exámenes de manejo se relajaron y el público se tornó en víctima pasiva y sumisa, que hoy comparte responsabilidades en el caos reinante. Los cinco años de Alejandro Toledo prolongaron la agonía de la ciudad, al renovar periódicamente esas importaciones recicladas en Tacna.

Responsabilidad pública

¿Han visto esas personas que salen de su casa, alzan la mano a mitad de cuadra y ordenan al chofer de una combi que se detenga? O a ese mismo individuo cuando también a medio camino ordena “aquí me bajo”? ¿Por qué en los últimos 20 años no hubo una campaña educativa a usuarios y transportistas? Se puede asegurar que los choferes peruanos no pasarían un examen profesional en La Paz, Quito, Santiago o Buenos Aires. Y un pasajero limeño de aquellos transitaría muy desconcertado por las calles de la ordenada Bogotá.

Miles de chirriantes vehículos llevados a su suerte por sicópatas ignorantes de las reglas, policías indolentes y muchas veces corruptos, semáforos dañados hace más de 20 años (ejemplo Plaza Grau) y pasajeros encogidos y taciturnos, tal la imagen que hoy ofrece la Lima que Fujimori hirió de muerte y García y Luis Castañeda, al alimón, se proponen terminar de asfixiar.
Cuánta ineptitud acumulada en los gobernantes de los últimos treinta años. Qué desprecio de los políticos por los niños condenados a ir al colegio en esos ataúdes motorizados, por los trabajadores que asisten a sus oficinas o negocios embutidos en las combis asesinas, que al decir de los gobernantes de ahora serán reemplazadas gracias al bono chatarrero.

¿Cree alguien que la chatarra desaparecerá de las pistas? ¿Puede confiarse en la capacidad de un gobierno que en año y medio no ha sabido comprar 500 patrulleros ni vender un avión? ¿Usted le da crédito a la ministra Verónica Zavala que semanalmente balbucea “tolerancia cero” en medio de las estadísticas más sangrientas de accidentes terrestres en el último medio siglo?

Cuando la cabeza anda mal, no hay cuerpo que lo resista.

(*) Al 2007 circulan en Lima 946,283 vehículos, entre públicos, particulares, nuevos y usados (ensamblados o importados). Parque Vehicular Estimado, estadística del MTC publicada en web de la fecha.
Ismael León Arias
Periodista