domingo, 9 de diciembre de 2007

Tras la Victoria

“El mono a pesar que se maquille de demócrata, dictador se queda”; ésta es la moraleja aprehendida de las últimas elecciones venezolanas.

Sin restar mérito a la Venezuela opositora y democrática la cual se aglutina en el único espacio canalizador de la no violencia que aun queda. Léase, elecciones; Se podría decir que los llaneros han entrado en un espiral sin retroceso de dictadura.

Fácil es leer el léxico militar: “Lo que no consigo por las buenas lo hago por las malas”, pero al hacerlo los dictadores de estos tiempos tendrán que desarrollar una estrategia limpia, como el corte del bisturí.

Esta derrota obligará a Chávez a desarrollar una verdadera estrategia coercitiva, que individualice y no colectivice, y no solo de tinte populista como hasta ahora.

Dios ampare a los jóvenes opositores, los pedidos de asilo estarán a la orden del día, las embajadas estarán llenas de venecos, las denuncias ante la Haya serán cosa común, tal vez se pinochetice a la izquierda pero en la sombra.

El devenir dialéctico de la confrontación natural, que resuelve las diferencias de formas violentas, proceso en el que no existe retroceso y solo la evolución es el camino del desenlace nos dice que los modelos son excluyentes el uno del otro, o triunfa la democracia en toda su amplitud de libertad o se enseñorea la dictadura férrea en toda su amplitud.

Aun así los que ganamos somos Bolivia, Perú, Colombia, Chile, Ecuador, Argentina, todos con alguna experiencia al respecto, ya que permitirá gracias a la globalización informativa acuñar el siguiente colorario: “Es mejor una democracia con todos sus defectos que una dictadura con todas sus virtudes”.

Dr. Jorge Ramal N.