domingo, 6 de abril de 2008

La línea 49 no respeta a los escolares

Hay un dicho muy popular que lamentablemente ya no es usual en nuestro Perú de hoy. “Respetos guardan respetos”, decían nuestros abuelitos, padres y profesores de antaño.

Hoy en día el guardar respeto hacia otra persona es casi un mito, y lo que no se puede entender es que haya una falta de respeto de una persona mayor hacia un menor de edad….y si la otra persona es una menor de edad de sexo femenino, pues es para jalarse los pelos. Lamentablemente esto sucede todos los días desde las primeras horas del día –cuando los escolares asisten a su centro de estudios- hasta entrada la tarde, cuando estos mismos escolares terminan sus labores escolares diarias.

El caso de mi menor hija (15 años de edad), se explica por sí solo. Ella estudia en el Colegio Pamer de San Isidro y, como se sabe, a este centro de estudios se asiste sin uniforme escolar, por lo que se les entrega un carnet escolar. Mi hija para asistir a su colegio se moviliza en la Línea de Transportes No. 49, que cubre los distritos de San Martín de Porres – Chorrillos y mientras era testigo del abuso de los cobradores no decía nada, hasta que le tocó a ella y fue víctima de faltas de respeto en dos de las unidades de esta empresa de transporte urbano.

El primer incidente fue en la unidad VG 4123, donde un hombre de mediana estatura, contextura gruesa, cabello negro corto y lacio, ojos oscuros, piel trigueña, le increpó arrojándole los 0.50 céntimos que ella había pagado por su pasaje, exigiéndole que le pagase S/. 1.20 y acusándola de quererlo sorprender con un carnet FALSO. Y lo que es peor, haciéndola bajar del micro mucho antes de llegar a su destino. Es decir una cobardía de esas que haría reaccionar a un ciudadano común y corriente con un poco de sangre en la cara, que no permtiiría que se le falte el respeto a una menor de edad y encima se abuse de ella. Por lo que me contó mi menor hija, al parecer habían una sarta de cobardes ese día en ese micro, pues nadie intervino y actuó como si nada pasara.

El segundo incidente sucedió en la unidad VO 7321, en el horario de la tarde. El cobrador un tipo de mediana estatura, de unos 40 años, delgado, piel oscura, cabello ensortijado corto tampoco quizo cobrarle los 0.50 céntimos de pasaje, burlándose del carnet escolar, exigiendo se le pague S/. 1,20 y proliferando palabras soeces contra todos los alumnos de esta centro escolar, tanto así que una dama anciana salió en defensa de los adolescentes pero, por haberse metido, fue callada de una manera por demás despectiva y malcriada.

Es decir estos tipejos que seguramente son gente frustrada, con una infancia terrible, donde seguramente vivieron cosas inhumanas, viven con un rencor a flor de piel y descargan su cobardía con menores de edad y personas ancianas. Ya quisiera que se me cruce algunos de estos individuos…

A través de su medio de comunicación deseo hacer un llamado a los directivos y/o dueños de esta línea de transporte a fin de que pongan orden con su personal que, dicho sea de paso, no tienen identificación alguna.

Que lejos se me hace el recuerdo de líneas de transporte urbano –ENATRU, la línea 32 (Breña), la Cocharcas- que durante mi niñez y mi adolescencia me movilizaban por la Gran Lima, y donde uno encontraba gente con una educación que hoy no se ve ni buscando con lupa. Epoca aquella donde uno se paraba para ceder el asiento a las damas, sea la edad que sea. Donde los cobradores estaban perfectamente uniformados, aseados y con olor a limpio. Donde el chofer si escuchaba música ponía una melodía tranquila o una salsa dura de aquellas que te hacían soñar despierto.

Hoy por hoy el chofer con el volumen al máximo se moviliza como perseguido, haciendo carrera con la otra unidad, tratando de ganar más y más pasajeros, en contubernio con los amigos de lo ajeno y con un aspecto por demás asqueroso y oliendo realmente a can…por decir lo menos.

Lamentablemente esta es nuestra realidad amigo lector y por más escritos, anécdotas y cartas que se envíen o publiquen en los medios de comunicación, poco o nada cambiará. Lo único que queda es armarse de paciencia y rogar por encontrarse con alguno de estos tipejos para hacer justicia con nuestras propias manos. Si tuviese la capacidad de pagarle a mis hijos una movilidad escolar lo haría, pero otra es nuestra realidad también. Ojalá que la publicación de esta misiva cambie en algo la actitud de estos hombrecillos en esta línea de transporte.