domingo, 6 de abril de 2008

Grado de desocupación

Frente al jolgorio generado en la semana que pasó por una de esas calificadoras de riesgo americanas, cuyo informe nos puso en la antesala del primer mundo, advertimos de fenómenos inexplicables en tan floreciente economía, como el brote de nuevos oficios de emergencia, última parada previsible antes que sus cultores asalten transeúntes. No pretendemos ser exhaustivos, no incluimos la creciente multiplicación de minoristas de un kilo de papas y dos de camotes, taxistas, guachimanes y diversas modalidades de la prostitución. Veamos.
Mimos inmóviles
Jóvenes con el rostro polveado, suelen posar con rigidez mortal sobre un banquillo o tarima improvisada. Adoptan la actitud característica del personaje que representan y visten como él. Se mueven y gesticulan ante un público de paso, que de vez en cuando les deja unas monedas sobre una lata. En la esquina de José Gálvez con Leoncio Prado, en Magdalena, suele instalarse uno los fines de semana. Representa a un Bolognesi de 25 años y dice que un día con suerte hace 10 soles. Estudia artes escénicas.
Adiestradores de perros
Preparados para entrenar perros finos y chuscos, muchas veces reúnen hasta media docena por sesión y los conducen en manada. Son hombres jóvenes que adiestran canes luego de recogerlos de los domicilios de sus amos. Les enseñan a retozar con una pelota, saludar a los amigos, no cruzar las pistas y hacer sus necesidades en un lugar determinado. Les pagan 5 soles diarios por animal, su jornada de trabajo puede durar medio día.
Hombres letrero
Se ubican en la Panamericana norte o sur, con letreros amarrados como escudos en su cuerpo. Anuncian desde corvinas o lenguados frescos, hasta higos y alfajores. En la avenida Iquitos orientan automovilistas hacia especialistas en frenos, embragues, cajas de cambios y servicios eléctricos. En otras calles de La Victoria pueden facilitarle hasta una bajada de motor. Cobran una comisión por cliente y sus ingresos son imprecisos.
Acróbatas
Son niños y adolescentes. Antes estaban a la salida del zanjón, luego llegaron a la Brasil, después ocuparon esquinas de la Arequipa, a continuación se hicieron de los mejores cruces de San Isidro y Miraflores. Ahora hacen su menesteroso espectáculo en los conos y en la periferia urbana, pidiendo limosna aún a los desvalidos. Como clamar por agua en el desierto. He visto automovilistas que les regalan sánguches.
Tramitadoras
Puede encontrarlas, por ejemplo, cerca a la oficina principal de Registros Públicos, en Lince; pero si busca un pasaporte las hallará en los alrededores del ministerio de Transportes, en la esquina de Migraciones, en Breña, o en las cercanías de los consulados de EE.UU. o de España. En el primer caso le ofrecerán servicios de abogados y arquitectos, en los otros ilusorios trámites relámpago y fantásticos viajes sin sobresaltos burocráticos.
Recicladores
El escritor Julio Ramón Ribeyro bautizó como “gallinazos sin plumas” a los precursores de este viejo oficio limeño, hoy diversificado. Salen de noche y hurgan en las bolsas de basura. Clasifican su botín en plásticos, envases de vidrio y restos orgánicos, que luego distribuyen entre sus clientes. Operan desprotegidos y adquieren enfermedades contagiosas. Algunos informan que llegan a reunir 20 soles por noche.
Impulsadoras
Invento del marketing de los 90, sus contratistas suelen emplear chicas atractivas para eventos empresariales y también las destinan a supermercados. Las mejor parecidas son enviadas a certámenes para servir bocadillos y bebidas, mientras que a las menos pintonas las ubican en supermercados para “impulsar” productos nuevos. Las primeras ganan hasta 50 soles por día, las otras se emplean a comisión con ingresos fluctuantes y muy bajos.
Llenadores
Su trabajo consiste en anunciar a gritos en los paraderos el recorrido de combis o custer, que deberán llenar con pasajeros. Los choferes les pagan una propina por las personas introducen en los vehículos, de cuya limpieza también se responsabilizan. Sus ingresos no pasan de 5 soles por día y también reciben un menú o un sánguche y un jugo. No confundir con
Avisadores
Cuyo trabajo es contabilizar el paso de esas combis o custer, a quienes los choferes contratan para informarse del raudo paso de sus colegas. Les propinas varían según a voluntad de los pilotos. Especie de reguladores del tránsito de cada línea, son muchachos que aspiran a contar pronto con una licencia bamba para conducir un vehículo alquilado, aunque sea mototaxi. Ganan 10 o 15 soles diarios y a veces de yapa un almuerzo o un sánguche con gaseosa.
Cultor del libre mercado, este espacio recibe novedades en materia de empleos.

Ismael León Arias