jueves, 23 de octubre de 2008

Ampayando como nunca y perdiendo como siempre

Cuando a mi jefa le comenté que el encarcelamiento de Magaly Medina era una cortina de humo (con roche todavía), me miro con desconfianza paranoica. Cuando en un Taller de Periodismo opiné que no perdimos contra Paraguay por falta de técnica sino por falta de identificación nacional, me tacharon de “pro chileno”. Y, peor, cuando digo que el caso de Yehude Simons me recuerda al de Federico Salas, me quieren linchar por pesimista.

“Hipoooooooooooocresía…”

Si, sé que la jueza María Cabrera Vega ya tenía desde antes del Petrogate la condena para la periodista, pero lo que no comprendo es como cometió el desliz de hacerla positiva con cárcel de cinco meses, convirtiéndose en la primera cabeza de juzgado que condena a menos de un año con cárcel efectiva a un procesado por difamación desde la época de la dictadura. Sí, creo en la justicia divina y en que las consecuencias directas de la burla y la bad practice periodística en algún momento te explota en la cara, cual bomba que recién te hace pensar en que tienes familia, hijo y madre.

No me estoy metiendo con la libertad de expresión, ojo, muy por el contrario estoy en desacuerdo con la condena, así y crea que Magaly no me representa como periodista. Repito una vez más por favor, ¿no es extraño la forma de la reprensión, el tiempo de encarcelamiento y las circunstancias de su aplicación? Justo cuando León Alegría sigue libre y un juez tuvo en sus manos la orden de allanamiento domiciliario cuando se encontraba cercado por la Policía y no la firmó…

La película llamada “Humo y Espejos” nos muestra como el dependiente de un prostíbulo, para poder seguir en el negocio, tiene que poner una tienda legal y en el transcurso tiene que inventarse una vida doméstica ejemplar para darse cuenta de la hipocresía de una sociedad de espejos y fachadas, de mentiras y falsedades muy diferentes a su realidad concreta de personaje al margen de la ley que aceptaba su trabajo primario con la naturalidad de quién se reconoce tal como es y sin máscaras.

Magaly siempre será Magaly, pero es de asombrarse de la hipocresía de los que se suben al coche por el rating o la figuración y se rasgan las vestiduras en público en pro de la defensa de la privacidad o de aquellos que, peor aún, se burlan de la situación de la encarcelada. Solo podemos decir que viven en un mundo lleno de humo cuasi canibesco que los hace delirar en la locura mediática.

La supremacía de Bourne

La falta de identidad es algo que se siente todos los días en nuestros país, generalmente cuando nos ponemos los ya adjetivos calificativos: “así son los limeños”, “no se puede con los arequipeños”, “los de la selva son asá”, “los que la costa son acullá” y “los de la sierra nunca cambiarán”, entre otras perlas fraserontológicas que ya cansan la verdad.

Parecemos Matt Damon en la trilogía “Bourne”, donde el protagonista no sabe quién es pero tiene habilidades especiales que lo van encaminado hacia descubrir su verdadera identidad… nosotros tenemos unas habilidades innatas heredadas por nuestros antepasados (si, llámense españoles, quechuas, aymaras, alcas, collazos, moches, nigerianos, marroquíes, chinos y ad infinitud) que salen a relucir de vez en cuando en lo que a poder sobrevivir se refiere. Por eso cuando se nos sale el indio de verdad hacemos cosas que asombran al mundo en voley, ajedrez, surf, periodismo, literatura y etcétera grande y glorioso como Miguel Grau.

Pero cuando se trata de fútbol… no despierta ni el gato que llevan dentro los desventurados de los convocados. Hablo desde la tribuna del que no sabe nada de fútbol y que recuerda con gloria la única vez que metió un gol en cancha grande allá en el complejo de Deán Funes en Córdoba-Argentina. Pero me valió esa hazaña para sentirme más peruano que nunca y gritar con orgullo un “¡si se puede!”.

Sentimiento que sé es igual en los jugadores de segunda y tercera división de nuestro país, y sé que es igual el sentimiento en los jugadores del seleccionado paraguayo que, en guaraní castizo y puro, nos maletearon en el partido por las eliminatorias Sudáfrica 2010, demostrando que un país destrozado por la Guerra de la Triple Alianza, puede levantarse de su miseria y seguir existiendo sin mar, sin riquezas, sin casi nada de economía, pero aún así ser los “papas” del certamen sudamericano. ¿Porqué?, obvio pues si pensamos en que el 90% habla su lengua natal y cada zona trata de preservar su identidad mediante la adecuación de su tradición a los tiempos globalizados de hoy en día.

Figurita repetida

“Ok, Mackey, tenemos que poner de primer ministro a una figura que nos dé estabilidad por un tiempo para luego volver a colocar a uno de nuestros compañeros, de preferencia tiene que ser de la izquierda moderada y con una imagen presidenciable”, esta frase me suena, me suena y me recontrasuena conocida, algo así como lo sucedido en el último periodo de Fujimori cuando al aceptable Federico Salas le propusieron el premierato y poco después se soltó la bomba de los suelditos extra que recibió su Gabinete.

Ya sé, no es lo mismo y no es igual con Yehude Simons (eso espero), sin embargo no deja de parecerme un Déjà Vu todo el asunto. Faltan más de dos años para que acabe el actual Gobierno y la única manera que tendrá el ex presidente de la Región Lambayeque de salir limpio de la maraña aprista, será decir algo como “no pude con la corrupción enquistada y ahora lo intentaré desde la mismísima presidencia de la República”. No si antes la misma forma de tumbarse ministros aquí en el Perú le funcione a él también y salte algún rabo de paja. Repito: espero que no pase, que sea un premierato de reconstrucción de la confianza popular y que al izquierdista no lo manchen más con un pasado que todos queremos sanar.

Sarko Medina Hinojosa
Periodista