miércoles, 1 de octubre de 2008

¿Qué celebramos este 01 de Octubre?‏

Todos los años, cuando se aproxima el mes de octubre, se organizan ceremonias por el “Día del Periodista”. Pero, ¿hay motivos para celebrar? ¿Acaso olvidan que todavía sigue en vigencia la nefasta Ley 26937 que contempla el libre ejercicio de la actividad periodística? ¿O festejan la podredumbre que ha invadido los medios de comunicación irrogándose el título de periodista por el sólo hecho de haber nacido?

Si alguien pretende celebrar este 1º de octubre la libertad de expresión, se equivoco de fecha. El mundo celebra cada 3 de mayo este derecho fundamental que pertenece a todas las personas, desde el niño hasta el anciano, desde el analfabeto hasta el sabio. Pero el derecho a ejercer una profesión no corresponde a todos, sino sólo a aquellos que tienen título profesional, o hayan cursado un periodo académico en una universidad o institución superior de estudios dejando constancia que éste no representa, de por sí, un buen desempeño. Algunos tienen título y son unos verdaderos ineptos.

En febrero del 2006, el Tribunal Constitucional sentenció rechazando la acción de inconstitucionalidad de la Ley 26937 presentada por el Colegio de Periodistas del Perú. Lamentablemente, los magistrados confunden el derecho de todas las personas a expresarse libremente con el derecho a ejercer una profesión. Porque lo primero se podría realizar a través de un medio de comunicación pero de manera eventual y espontánea sin configurar una forma de desempeño laboral regular; lo segundo, en cambio, consiste en realizar funciones periódicas o cotidianas, en base a destrezas y conocimientos especializados que en nuestro país sólo los imparten las universidades.

Lamentablemente, muchos confunden las libertades de expresión, información y opinión, con el derecho a ejercer el periodismo, que dejó hace muchísimo tiempo de ser un oficio para convertirse en una verdadera profesión, que tras el desborde de sus paradigmas prácticos, teóricos y epistemológicos, se ha convertido en una auténtica especialidad de las ciencias de la comunicación.

No estar de acuerdo con ello, sería decir que toda persona por el simple hecho de haber nacido, puede ejercer el periodismo y sobretodo: auto titularse periodista. Deberían abolirse entonces todas las facultades y escuelas de periodismo en todas las universidades del mundo, permitiendo que cualquier pseudo balbucee frente a un micrófono y se sienta periodista. Nada más absurdo y grotesco que ojalá nunca ocurra.

Porque agarrar una grabadora o un micrófono y acercarlos a la boca del político, escribir un comentario en un periódico, o simplemente posar y hablar frente a una cámara de televisión, no da derecho a nadie de auto titularse “periodista”. No existe ley que otorgue a alguien la posibilidad de auto denominarse como tal por el sólo hecho de invocar el derecho a la libertad de prensa.

Precisamente para salvaguardar el derecho de todas las personas, se requiere que quienes asuman funciones periodísticas en los medios de comunicación, sean profesionales preparados que garanticen un ejercicio eficiente y ofrezcan un buen producto o servicio: Información de calidad. Evitando así la existencia de un periodismo chicha y amarillento guiado por las ventas o el rating, un ejercicio vendido o lo que es peor, un instrumento manipulador de grupos de poder.

Si para ejercer como abogado, médico y recientemente como profesor, además del título profesional, la ley exige la matriculación en el Colegio Profesional correspondiente. ¿Por qué en el periodismo, que es una profesión tan igual como las mencionadas, se permite hasta ahora que cualquier empírico ignorante se irrogue el título de periodista, configurando el denominado: Intrusismo profesional?

La confusión no es tal y es de muy simple y lógica conclusión. Periodista sólo es aquel que tiene título profesional de periodista. Tal igual como ocurre con el abogado, el ingeniero o el médico. A nadie se le considera abogado por el sólo hecho de invocar su derecho constitucional a la defensa. Un enfermero podría lucir su traje blanco en un hospital, apelar a la confusión para sentirse médico, pero no lo será nunca a menos que haya culminado válidamente los estudios universitarios de medicina y obtenido el título profesional correspondiente.

Debo manifestar que los periodistas no tenemos nada que festejar este día, mas aun si la Ley 23221, Ley de creación del Colegio de Periodistas, que se expidió precisamente un 1º de octubre de 1980, se ve hasta ahora vulnerada y mellada por la existencia de la Ley 26937. Este no debe ser un día de celebración sino más bien de reflexión de los problemas que afronta “la profesión más hermosa del mundo”.
Rufino Motta Huyhua