miércoles, 8 de octubre de 2008

La caída libre del mercado ¿Arrastrará al neoliberalismo político?


La discusión sobre el impacto de la crisis financiera de EEUU. en el Perú debería tratar el efecto que tendrá en la viabilidad del neoliberalismo económico y político de la región latina y del Perú y en la capacidad de respuesta frente a este colapso de parte de las corrientes democráticas en la región. Sin embargo hasta ahora la discusión se centra sólo en que sí esa crisis afectará la macroeconomía peruana.

La caída de los mercados financieros y de Wall Street obliga al modelo económico capitalista a presionar por cambios para tratar de mantener su supremacía a nivel global. Ese cambio pasa por aceptar que este modelo necesita para sobrevivir de la regulación del Estado, de controles más finos al hasta hace poco omnipotente mercado, y por reconocer sin pudores que los capitalistas rentistas tienen que recurrir a la ubre del Estado, pidiéndole que estatice sus perdidas. Esto es todo lo contrario a la privatización que piden cuando se auguran utilidades. Muchos economistas y contribuyentes de EEUU rechazan estas medidas por el costo que tendrá en las cuentas fiscales, lo que presionó en la primera votación de su Congreso en contra del salvataje financiero de 700,000 millones de dólares; cifra mucho mayor que todo el PBI latinoamericano.

Uno de los grandes perdedores son los bancos de inversión, esos entes encargados de otorgar grados de riesgo y de inversión a países como el Perú, con el fin de vendernos la idea de que vivíamos en un paraíso, y que para ello había que dar facilidades y toda la “seguridad “jurídica” del caso a los grandes inversionistas, cobrándoles menos impuestos y aplicando la política del cholo barato. ¿Qué grado de confianza pueden tener ahora sus calificaciones, tan aplaudidas en su momento por el gobierno y por cierta prensa adicta?. O si no preguntémosle a la aseguradora AIG, que según los bancos de inversión eran la mejor del mundo, y que ha tenido que ser prácticamente estatizada para salvarla de la ruina.

El mes de setiembre es para Wall Street y el neoliberalismo comparable en derrota en el plano económico, lo que fue la caída del muro de Berlín para el socialismo en el aspecto político. Sin embargo, el neoliberalismo como expresión política no se puede desligar de su práctica económica.

Esto es bueno remarcarlo ahora que intelectuales como Vargas Llosa y algunos editorialistas peruanos tratan de separar estas dos columnas del neoliberalismo, para buscar salvar la parte política. No se trata de decir solamente que a partir de la caída de Wall Street el Estado debe tener un rol más dinámico en la regulación de la política económica. O de que el Estado preserve los recursos naturales, antes de fomentar la inversión y la presión sobre éstos, y evitar continuar con un modelo de desarrollo que no resultará económica ni ambientalmente sostenibles. O de asignarle un papel más preponderante en materia de infraestructura, para evitar que las concesiones que promueve terminen favoreciendo más al concesionario que al usuario. Es decir, no se trata solamente de evitar aplicar la mal entendida visión del perro del hortelano.

Se trata de que la expresión del neoliberalismo político (democracia meramente representativa, derechos civiles mediatizados, derechos laborales conculcados, autocracia partidaria, etc.) también está en crisis. Una muestra de ello es que la clase política en el gobierno es incapaz de manejar los conflictos sociales, y que la capacidad de diálogo de los gobernantes se corta cuando no puede ofrecer solución a demandas, que sí podrían ser atendidas con los recursos disponibles, pero que en la lógica del modelo político imperante no son prioritarias.

Frente a esa realidad una alternativa que busque reemplazar al neoliberalismo político tendría que tomar en cuenta varios temas. Uno de ellos es instaurar una democracia participativa, donde el ciudadano pueda concertar y vigilar aspectos de la gestión pública, y darle la posibilidad de ejercer la revocatoria del mandato de las autoridades en todos sus niveles, empezando desde el Presidente de la República. La educación ciudadana y en valores es esencial para garantizar derechos y libertades sin medias tintas. Para desterrar el mal llamado libre mercado, el modelo económico que se construya debe ser nacional y abierto al comercio justo, con un Estado eficiente, promotor y regulador, lo cual es muy distinto a estatismo. ¿Cuántos y que partidos políticos y organizaciones se comprometerán a sacar adelante esa tarea?.
Percy Aquino Rodríguez