viernes, 10 de octubre de 2008

Mendigando con lata de oro

Reflexiones sobre la doble moral que destruye nuestra identidad

Te despiertas y escuchas en la radio que un audio se va a tumbar al Gobierno Aprista producto de la venganza del ex general Rospigliosi. Caminas hacia el trabajo y ves titulares espectaculares y apocalípticos con ratas volando y bolsas de valores que caen mismo meteoritos. A tu lado la gente se dirige casi corriendo a sacar sus ahorros del Banco y en tu centro de labor ya se empieza a jugar la lotería de quiénes serán los que salgan disparados en la reestructuración de emergencia.

No es un sueño chocherita, la cosa pasa en el País de la Maravillas, ya deberías estar acostumbrado ¿no?.

Y no pues… no estoy acostumbrado a perder la moral tan fácil.

No estoy acostumbrado a perderme en la doble moral que está infectando a nuestro país y mil veces no puedo dejarme convencer que la cultura del periodismo de destapes a punta de violaciones a los derechos individuales, es la única manera de sacar a la luz la corrupción que existe y está enquistada en nuestra sociedad.

De la ficción a la fricción

Es el tema de conversación actual (lo el audio y lo de la caída de la Bolsa) y hasta da la impresión que el Apocalipsis se desata en nuestro país al escuchar las opiniones sobre la caída de un nuevo gobierno peruano y el descubrimiento, una vez más, de la corrupción extrema en los niveles distintos del aparato estatal, amén de que nuestra economía no va a resistir el embate de esta nueva Depresión Mundial.

¿Novedad de novedades?, “na´ que ver causa, eso ya lo olía desde hace rato, así que subí los precios de la fruta pa´que no me agarren dormiu”, fue lo que me comentó el que atiende el puesto de la esquina. Mejor analista no consigo encontrar.

Justamente conversando con un compañero de trabajo resultamos evolucionando la figura de Antonio Raymondi del mendigo en un banco de oro para definir al Perú como: “un mendigo que pide limosna en un tarrito de oro”.

¿Absurdamente imaginativo?, ni ahí.

Dobleteando ando

La verdad es que eso somos porque no nos damos cuenta que tenemos frente nuestros ojos una riqueza que diariamente destruimos la cual es nuestra cultura, y no me refiero a nuestra cultura andina, migratoria y cosmopolita que da tema para rato, sino aquella que diariamente nos hace dar el paso de trabajar, estudiar y tratar de salir adelante, pese a que, científicamente, el peruano no debería existir, de la misma manera que una abeja por las leyes de la aerodinámica no debería volar.

Y por supuesto, esta cultura cada día muere cuando aplicamos esa doble moral que hace que hablemos en determinado momento de una forma y al siguiente momento hagamos lo contrario, que le digamos a nuestro hijo que no mienta y rato después le pidamos que diga que no estamos a la doña de la tienda. Esa dualidad que hace de nuestros políticos unos expertos en hablar sobre honestidad y justicia en defensa de militares asesinos y después sigan matando diariamente a ciudadanos con políticas reacias a poner mayores condenas a los malos transportistas o a los jueces corruptos.

Esa doble moral que hace escuchar a diestra y siniestra y en horario repetido los audios de unas conversaciones de un par de malcriados de huactería que ¡oh sorpresa!, fueron ministros o abogados de presidentes y primeras damas. Doble moral que hace salir a Alan García a inaugurar una fabrica de pañales cuando el país espera acciones concretas contra la basura enquistada en su administración.

Esa forma criolla de ser que hace que saludemos a una muchacha con una sonrisa inocente para después meterle una mirada de violador en serie a penas se voltea. Sí señores, esa es la verdad de nuestra realidad y la cual nos impide surgir como país, esa doble moral que se nos enseña desde niños y que si no empezamos a revertir nos acompañará por los años que nos dure la ilusión de seguir siendo un país y no una colonia estadounidense a tiempo completo.
Sarko Medina Hinojosa
Periodista
Arzobispado de Arequipa