sábado, 4 de octubre de 2008

Periodismo y otras vainas infumables


Aún defiendo que el periodismo es el oficio que más amo, así, sin pretensiones licenciatescas que me definan como profesional de la palabra o empirismos que, felizmente, los cinco años en la UNSA lograron dar forma de educación superior. Aún defiendo y defenderé, si se da el caso, que esta es la mejor manera que encontré para poder buscar la verdad en los hechos, en la realidad diaria y en mi vida personal…

Pero duele sinceramente cuando de pronto sale a relucir la cara miserable de nuestro trajín diario: la opinión nefasta de un público que, con justa razón valgan las verdades que no se ocultan con el dedo neoliberal, no perdona la falta de claridad al momento de emitir las noticias, sean los medios que fueran.

¿La sangre vende?

Es una falacia total que el periodista defina la línea de sus informaciones. Es el día a día que maneja, en todo caso, el destino de sus comisiones, el total del percibir de la actualidad política y social. Si hay muchos accidentes de tránsito en carreteras, por supuesto que se buscará entre psicólogos, psiquiatras y demás deudos espirituales las causas y los efectos en la ciudadanía y, de acuerdo a lo que manifiesten las bases sociales, se pedirán las cabezas de las autoridades correspondientes. Lo mismo con las olas de suicidios, los policías corruptos, los secuestros, los robos, el aumento de precios, los congresistas infiscalizables, o el Mega juicio de Fujimori, y largo etc. social.

La sangre vende en la medida que el público prefiere las noticias que despiertan su morbo y no es producto solamente de los rezagos de los psicosociales del Dr. Louza y la creación de la “Cultura Chicha”. Durante 6 meses en un diario de circulación local de público objetivo B, C y D. hicimos Periodismo de Investigación en serio, con informes de dos días de publicación y seguimiento con notas diarias y hasta logramos un premio nacional… pero lamentablemente cuando había un muerto la portada vendía mucho más que cuando salía sobre una nueva “Mafia de los Brevetes”, por ejemplo. Realidad que se mide diariamente consultando las variables de las ventas. Una vez digo, lamentablemente es así ahora, pero esto no quiere decir que no se pueda revertir.

Periodismo de a luca

Una encuesta propalada por el comunicador Federico Rosado, realizada por la Universidad Católica Santa María, sobre la percepción del público sobre los periodistas, refleja una serie de factores que provocarían una ola de despidos si estuviéramos en una realidad periodística estadounidense o hasta brasilera. Pero como estamos en nuestro país de luca no se atreverían los dueños de medios a despedir a diestra y siniestra a los elementos que, posiblemente, estén causando tan mala imagen en el público-cliente diario.

Todos los colegas sabemos sobre nuestros defectos y renegamos de ellos. La falta de conciencia al momento de pagar sueldos, los que van a las conferencias solo a comer o buscar oportunidades nada periodísticas y más comerciales que otra cosa, la falta de profesionalismo al momento de hacer preguntas y la forma atolondrada de hacerlas y hasta sabemos que el periodismo serio muchas veces se queda en los ideales juveniles que se destrozan cuando a un practicante le niegan la salida de una nota explosiva porque no va con la “línea” del medio...

Periodismo de a luca que se nutre más de practicantes a sin sueldo que renegando de su suerte, pierden las ganas de develar la cortina de la falaz realidad de los medios. ¿Qué cortina?, la que nos dice que todo está perdido.

Maldita realidad, bendita realidad

Las oportunidades para cambiar no vienen de lo externo, vienen de lo interno. Para nadie es un secreto que el periodista actual trabaja hasta con tres medios a la vez para poder parar la olla y que solamente con una reputación vencedora de dictaduras y demás perlas broadcasterianas, se puede llegar a mantenerse en la fila de los “independientes”, caso de César Hildebrant y de una serie de periodistas que nos animan, con su ejemplo, a seguir en esta batalla que parece perdida. Justamente allí es donde radica el valor de esta lucha.

Hace un tiempo una persona, frente a otras me comentó que el periodista y la prostituta se parecen, porque aprenden el oficio en la calle. Claro que quería romperle la cara al atrevido, pero después me di cuenta que sí, es verdad, este oficio se aprende en la calle y el profesionalismo lo ganas estudiando y capacitándote. Pero la esencia se aprende en la mirada llena de hambre de justicia del que te pide que intercedas a través de tu pluma por él. Está en esa cruda realidad de mirar a un niño muerto en la calle por un desventurado ebrio que cortó su futuro.

Está en ese olorcito a podredumbre que detectas en unos documentos que traen cola larga y puntiaguda, esta allí y allí también debería dirigirse los esfuerzos por cambiar la verdad del periodismo arequipeño y por ende, peruano.

Dejémonos de lamentaciones y veredictos que ya todos sabemos y estamos hartos, reconozcamos nuestras falencias y reconozcamos nuestras virtudes, todo en su debida magnitud. Una vez hecho esto, lancémonos a la tarea de reformar nuestro periodismo desde la visión del verdadero maestro, que al enseñar aprende y al aprender enseña de nuevo con el ejemplo. Una vez hecho esto volvamos a las raíces de nuestro afán, cual sino es ser servidores de la verdad y saquemos a la luz aquello que es posible y también los imposibles, aquello que no vende, que no da plata o seguridad ratingnesca. Veremos resultados inmediatos, bajos en comercialización pero buenos para nuestra propia autoestima profesional.
Sarko Medina Hinojosa
Periodista